Desde tiempos remotos se ha dado en nuestro Chile campesino, la existencia de jinetes, de todo tipo, como campesinos que utilizan al caballo como parte fundamental de las labores agrícolas, como la ganadería, en la cual deben arrear a sus animales, donde en muchos casos deben cabalgar por terrenos inhóspitos, difíciles, llenos de obstáculos, donde ellos junto con su caballo deben sortear cada piedra, cada grieta, con el fin de llevar su ganado. U otras labores tan maravillosas, como la trilla, donde en un lugar del terreno, se posan las espigas de trigo, y sueltan a nobles servidores que corren sobre esas espigas, haciendo que cada grano de trigo, quede disponible para realizar las diferentes labores. Son tantas las labores en la que este animal, el caballo participa en nuestros campos, como no decir lo noble que es, con esa fuerza que lo caracteriza, apoya a hombres y mujeres en nuestro campo.
Así como jinetes “campesinos”, están los jinetes “corraleros”, los cuales dedican tiempo, paciencia, cariño y mucho más, en el entrenamiento de sus caballos corraleros, aquellos que darán todo en la medialuna.
Estos jinetes, muchas veces que montan su animal, y que con sus espuelas clavadas, van domando y enseñando, en muchas ocasiones cuando este animal se resiste y que impone su fuerza y carácter, hasta que al final de la jornada este fuerte caballo se entrega a su jinete. Que emoción embarga el corazón del jinete, cuando siente que este caballo rebelde, lo comprende y se entrega a él, que sensación se siente cuando se logra ser uno con ese caballo. Y en el momento tan esperado de un rodeo, ahí dentro de la medialuna, en el apiñadero, cuando el jinete y su caballo son uno, a la espera de un novillo, a la espera de realizar el trabajo juntos, esa sensación de estar unidos en pensamientos y excitación, al momento de ver el novillo e ir en su búsqueda, ya es un triunfo lograr comprenderse mutuamente, el jinete y su caballo. Es arduo el trabajo realizado por cada jinete, y el premio tan esperado quizás, es que su caballo obtenga un buen reconocimiento, ya que ese reconocimiento obtenido por su noble compañero, esconde toda su dedicación.
Quizás muchas personas no puedan ver todo lo que implica ser jinete, ya que esa palabra no solo significa montar un manco, sino que también es darle cuidados, cariño, comprensión, y además ser capaz de ser uno con su caballo.
“Mirada fuerte y penetrante,
cuerpo musculoso, estampa radiante,
Que al correr, la tierra hace temblar,
al marcar con fuerza cada galope,
el caballo, va libre en su espititu noble
y al acompañarlo en su trote,
penetra la sensación de libertad y su fuerza en el corazón”