Así es cuanta pasión se debe tener para ser un buen jinete corralero, la constancia y perseverancia que se debe demostrar, ya que no es fácil llegar a ser un buen jinete, se debe dedicar tiempo, dedicación, mucha fuerza y corazón, quizás muchas personas que no lo entiendan, no sabrán de que se habla.
Cuando se comienza en este maravilloso deporte, este mundo aparte, porque si es un mundo, en donde todos compartimos una misma pasión, el rodeo, el montar a nuestro fiel amigo y compañero, nuestro caballo, con el cual se debe establecer una conexión, una relación de pasión y confianza, donde al estar juntos jinetes y caballo deben convertirse en uno solo, con un mismo objetivo, el correr un buen toro y llegar a la tan preciada atajada. Un mundo donde todos no son conocidos, ni contrincantes, sino que son compañeros, un mundo donde se comparten costumbres y vivencias similares, un mundo donde todos están unidos por el rodeo y el campo. Muchos dirán que somos acampados e incluso huasos, y sí con orgullo decimos, eso somos Huasos y que con orgullo practicamos nuestro deporte. Con pasión, con sentimiento, porque lo que se siente al montar al manco es una serie de sensaciones distintas, adrenalina, fuerza, a veces temor, una corriente eléctrica por el cuerpo que indica que el momento de entrar al apiñadero se acerca, que el momento de convertirse en uno solo con el manco y nuestra collera, se acerca. Que maravillosos sentimientos se tienen en ese momento, cada uno de estos es independiente en cada jinete, pero la pasión y objetivo es la misma.
La constancia y perseverancia que se debe tener, e incluso disciplina, ya que el trabajo de los caballos y del jinete, es constante, la preparación, e incluso el cariño que se les da a nuestros fieles mancos es trabajo de cada día, con frio, lluvia o calor. Los cuidados que se les da a ellos, estos poderosos y fieles animales. La preparación de cada apero, el orden y limpieza para una buena presentación en esa tan anhelada medialuna. Todo esto y más implican constancia y disciplina.
En muchos momentos se sufren caídas, que en ocasiones causan frustración y molestia, pero un buen jinete corralero se levanta y sigue. Sobre todo cuando se empieza a practicar para llegar a ser algún día digno de estar en las grandes medialunas, la perseverancia debe ser el doble y no dejarse vencer, y esa fuerza y decisión se obtiene de la gran pasión que representa el Rodeo Chileno. Y de lo que representa para cada jinete el llegar a ese tan preciado premio, que para todos es diferente.
Que más lindo deporte que este “El Rodeo Chileno”, con el cual se viven experiencias y sensaciones maravillosas, y se aprende mucho, se aprende humildad, compañerismo, ímpetu, constancia, y sobre todo se aprende a luchar por cumplir un sueño.
Esto es solo un pequeño extracto, muy mínimo de lo que se llega a sentir y vivir. Dedicado con mucho cariño a los corraleros.
“Mirada fuerte y penetrante, cuerpo musculoso, estampa radiante. Que al correr, la tierra hace temblar, al marcar con fuerza cada galope”